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14-11-2014 12:04:28
Asecan y el SEFF rinden homenaje a la Generación CinExin

Foto de Familia de los miembros de la Generación Cinexin reunidos en el Sevilla Festival de Cine Europeo

El Sevilla Festival de Cine Europeo, en colaboración con Asecan, propició anoche el esperado reencuentro de los cineastas andaluces pertenecientes a la Generación CinExín.

Parte de las actividades paralelas del SEFF 2014, esta emotiva recuperación de la memoria reciente del cine andaluz, ha conllevado un proceso de investigación para recuperar las obras primigenias de los hoy responsables de los principales títulos de nuestra cinematografía, así como el esfuerzo de reunirlos a todos. Eran mediados de los noventa cuando estos amigos y estudiantes de Imagen y Sonido se juntaron en Sevilla para producir entre todos una serie de cortos de 16 mm enfrentándose por primera vez a las dificultades de producir cine en Andalucía.

Así pues anoche en el Teatro Alameda, en un acto conducido por la periodista y secretaria de Asecan Lourdes Palacios, tuvo lugar la proyección y posterior coloquio en torno a aquellos cortos de culto, realizados bajo un sistema de producción coordinado y con la energía y la pasión de quienes apuestan por lo que creen sin miedo y sin nada que perder. No lo sabían pero estaban cambiando definitivamente el rumbo de la historia del cine andaluz.

Por primera vez tras las cámaras, en las labores de producción o técnicas, pusieron en pie este proyecto cineastas como Alberto Rodríguez, Daniel Cubertas, Alex Catalán, Gervasio Iglesias,
Paco Baños, Álvaro Alonso, Daniel de Zayas, Ana Rosa Diego, Jesús Ponce, Julio Sánchez, Mariano Agudo, Antonio Perumanes, Miguel Aparicio, Juanjo Domínguez, Inma Cunill, Antonio Lobo, Santi Amodeo, Chiqui Carabante, Dani Sosa, Jesús C. Salmerón y Miguel Ángel Carrasco. Muchos compartieron anoche la proyección y el posterior encuentro con el público del Sevilla Festival de Cine Europeo.  

 

LA HISTORIA
GENERACIÓN CINEXIN: UNA CUESTIÓN DE FE

Era 1995. La comunidad cinematográfica celebraba el centenario del cine con la producción del filme colectivo “Lumière y compañía”, una obra compuesta por 40 cortos de otros tantos cineastas de talla internacional comprometidos en rodar cada uno una pieza de un minuto de duración utilizando el mismo tipo de cámara que en su día utilizaron los hermanos Lumière.

Esta aventura en la que se habían enrolado muchos de los cineastas de referencia del momento fue el tema que centró una de las conversaciones más importantes de la historia reciente del cine andaluz: Alberto Rodríguez y Daniel Cubertas, estudiantes de la Facultad de Comunicación de Sevilla (entonces Facultad de Ciencias de la Información), dispuestos a materializar su vocación de cineastas se preguntaron… “¿Y por qué no hacemos nosotros lo mismo? ¿Por qué no nos juntamos unos cuantos, buscamos una cámara y rodamos un corto cada uno?”.

La cuestión quedó en el aire. Aquella noche entre cervezas nadie cedió sitio a la sensatez ni tembló ante las dificultades de poner en pie semejante idea en Andalucía. La juventud, las ganas, el descaro y el talento lo hicieron todo. En el Sur no había industria, no había oportunidades, no había ayudas públicas, pero tampoco había nada que perder. 
 
Paco Baños, amigo de la infancia de Alberto, se enrola en la aventura junto con sus socios Álvaro Alonso, Daniel de Zayas y Ana Rosa Diego. Juntos habían fundado la primera productora de cine que surge en el seno de la Facultad de Ciencias de la Información de Sevilla: Letra M. Aquella pequeña estructura cooperativa era suficiente para coordinar y poner en marcha el proyecto en 1996.

“¿Y qué cámara vamos a utilizar? En Andalucía no hay cámaras de cine”, se preguntaba Jesús Ponce, un compañero de clase de Dani en el Nestor Almendros que acababa de sumarse al proyecto. Alberto entonces ofreció una vieja cámara de 16 mm que su padre, técnico de Televisión Española, le había regalado. La había recuperado del almacén de la delegación del ente en Huelva, y ya había sido descartada para cubrir informativos.

En aquella época el padre de Alberto trabajaba con dos chavales que acababan de aprobar las oposiciones a la RTVE, Gervasio Iglesias y Álex Catalán, quienes no dudan en entrar en el equipo. La amistad entre todos surge espontáneamente y crece en la trastienda de La Sirena, en la Alameda de Hércules, bar que se convierte en centro de operaciones y que regentaban Julio Sánchez y Mariano Agudo mucho antes de que su Intermedia fuera una de las productoras de documentales más importantes de Andalucía.

Según el plan de producción común, cada uno tendría un rollo de tres minutos para rodar, se filmaría todo con la cámara de Alberto y unos harían de técnicos o actores para los otros. Antonio Perumanes, Miguel Aparicio, Juanjo Domínguez, Inma Cunill y Antonio Lobo completaban la firma de las obras junto a los ya mencionados, así como un sorprendente David Cantero, mucho antes de ser uno de los rostros más populares de los informativos televisivos de hoy. En total, entre amigos, compañeros y compinches, se juntaron 17 realizadores que bautizaron el invento como Proyecto Cinexin en homenaje a aquel juguete infantil de los años 80 que todos siendo niños habían puesto en su carta a los Reyes Magos.

Ninguno recuerda el presupuesto con el que contaban para aquello, sin duda porque no había presupuesto que recordar. Recuerdan la diversión, el desplante, el esfuerzo, la emoción de la primera vez. Se improvisaban inventos y argucias, se pedían favores, se ocupaban las casas de los amigos, se saltaban las clases, se hacían filigranas de producción, se pasaban noches en blanco y se iba a la localización de turno en el coche del padre que tuviera el maletero más grande para poder llevar los equipos. No había dinero para hacer cine, así que hicieron cine sin dinero.

El resultado fueron 14 piezas llenas de frescura que destilando desparpajo lograron hacerse sitio en el entonces limitado circuito de festivales. Aquella primera torta que montaron Alberto Rodríguez y Paco Baños utilizando las horas de prácticas lectivas en el plató de la Facultad fue tan bien acogida que Canal + compró los derechos de difusión. Con el dinero recibido los jóvenes cineastas, aun abrumados por la repercusión obtenida, decidieron producir el CinExín II (o el SupercinExín) con mejores condiciones y mayor metraje. 

Para el segundo proyecto, cuya producción coordinada también capitaneó Letra M, se completó la tripulación con otros realizadores y técnicos que empezaban en esto de hacer cine. Santi Amodeo, Chiqui Carabante, Dani Sosa, Jesús C. Salmerón y Miguel Ángel Carrasco firmaban sendos cortometrajes mientras en el cuerpo técnico Nacho Arenas, Juan Cantón, Adán Barajas, Manuela Ocón o Fernando Franco, entre otros, comparten los créditos de las 17 piezas de siete minutos que glosan el CinExín II.

Tomando el tema de ‘el viaje’ como hilo argumental común, los cortos son 17 historias diferentes, que van de lo cómico a lo trágico y que fueron interpretadas por una pléyade de nuevos actores andaluces salidos del desparecido CAT de Sevilla. Jovencísimos Aléx O’Dogherty, José Luis García Pérez, Paco León, Julián Villagrán, Manolo Solo, Sebastián Haro y Javier Verger compartieron planos con otros un poco más veteranos pero aún desconocidos para el gran público como Rosario Pardo (antes de ‘Crónicas Marcianas’) o María Galiana y Carlos Álvarez (antes de ‘Solas’).

Una vez más fueron aplaudidos. Ganaron el último festival de cortos de Alcalá de Henares y Canal +, de nuevo, adquirió los derechos de exhibición de las obras para el programa ‘Piezas’. En una Andalucía sin apenas tradición audiovisual y sin industria, empezaban a sonar las campanas.

Por suerte, ante la posibilidad de emigrar a Madrid, Rodríguez y sus amigos deciden quedarse y sembrar. Gervasio se hace productor. Alberto y Santi se toman en serio lo de dirigir. Álvaro, Paco y Ana Rosa consolidan su productora de cine combinando proyectos propios con colaboraciones en los proyectos de los demás. Jesús firma varios largos y series. Chiqui despunta entre los cineastas malagueños. Dani se convierte en uno de los principales técnicos de sonido del país mientras Alex es hoy uno de los más importantes directores de fotografía y Cubertas es uno de los más destacados videocreadores nacionales.

Además de una declaración de intenciones y una escuela, el Proyecto CinExín fue un giro argumental en la historia del cine andaluz, la prueba de que desde la osadía, el ejercicio del pataleo y la pasión no había nada imposible. 

Aunque pueda sorprender en el cine de estos creadores andaluces quedan claros vestigios de aquella edad de la inocencia. Entonces apenas podían imaginarse que podrían trabajar haciendo cine, que llegarían a dirigir más de una treintena de largometrajes, que un día serían seleccionados en los más prestigiosos festivales, que ganarían importantes premios, que llenarían salas de cine o que protagonizarían portadas de la prensa más exclusiva.

No obstante en todos ellos sigue habiendo esa actitud insurgente, esa apuesta decidida por una profesión que aman, esa lucha para acceder a los apoyos públicos que merece esta industria como cualquier otra, y la camaradería. Permanece la idea de que el colectivo es más importante que el individuo y de que el proyecto es obra de todos. En ese sentido los lazos de amistad que se tejieron entonces permanecen hoy compartiendo los mismos equipos de rodaje y poniendo en pie nuevos proyectos comunes que se cuentan entre los mejores de la producción nacional actual.

Ellos no lo sabían en 1996 pero, como aquel de los Lumiére, el tren estaba entrando en la estación, recogía a nuevos pasajeros y emprendía su camino. Todos los que se subieron aquel día a ese tren pusieron la primera piedra del nuevo cine andaluz y configuran hoy una importante generación de nuestra cinematografía: La Generación CinExín.

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